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id da página: 8817 MUNDO TRÊS

Três Mundos


VIDE: TRIBHUVANA; ESFERAS — MUNDOS

Erigena: TRÊS MUNDOS

Para desarrollos más amplios sobre esta cuestión de la concepción de los «tres mundos» estamos obligados a reenviar a nuestras precedentes obras, El ESOTERISMO DE DANTE y EL HOMBRE Y SU DEVENIR SEGÚN EL VÊDÂNTA. En la primera, hemos insistido, sobre todo, sobre la correspondencia de estos mundos, que son propiamente estados del ser, con los grados de la iniciación. En la segunda, hemos dado concretamente la explicación completa, desde el punto de vista puramente metafísico, del texto de la Mândûkya Upanishad, en el que está expuesto enteramente el simbolismo de que se trata aquí; lo que tenemos en vista al presente es solo una aplicación particular del mismo. (René Guénon)


René Guénon: OS TRÊS MUNDOS NA DIVINA COMÉDIA

Debe tenerse bien presente que la explicación así propuesta no es en absoluto incompatible con algunas otras, como la de P. Le Cour, quien referiría los tres recintos a los tres círculos de la existencia reconocidos por la tradición céltica; esos tres círculos, que con otra forma se encuentran también en el cristianismo, son, por otra parte, lo mismo que los "tres mundos" de la tradición hindú. En ésta, además, los círculos celestes se representan a veces como otros tantos recintos concéntricos que rodean al Meru, o sea a la Montaña sagrada que simboliza al "Polo" o al "Eje del Mundo", y es ésta también una concordancia de lo más notable. Lejos de excluirse, las dos explicaciones se armonizan a la perfección, y hasta podría decirse que en cierto sentido coinciden, pues, si se trata de iniciación real, sus grados corresponden a otros tantos estados del ser, y estos estados son los que en todas las tradiciones se describen como mundos diferentes, pues debe tenerse muy en cuenta que la "localización" tiene carácter puramente simbólico. Hemos explicado ya, con motivo de Dante, que los cielos son propiamente "jerarquías espirituales", es decir, grados de iniciación (L'Ésotérisme de Dante, cap. II), y va de suyo que se refieren al mismo tiempo a los grados de la Existencia universal, pues, como decíamos entonces (Ibid., cap. VI), en virtud de la analogía constitutiva del macrocosmo y del microcosmo, el proceso iniciático reproduce rigurosamente el proceso cosmogónico. Agregaremos que, de modo general, lo propio de toda interpretación verdaderamente iniciática es no ser jamás exclusiva, sino, al contrario, comprender sintéticamente en sí todas las demás interpretaciones posibles; por eso el simbolismo, con sus múltiples sentidos superpuestos, es el medio de expresión normal de toda verdadera enseñanza iniciática.

Con esta misma explicación, el sentido de las cuatro rectas dispuestas en forma de cruz que vinculan los tres recintos se hace inmediatamente bien claro: son por cierto canales, por medio de los cuales la enseñanza de la doctrina tradicional se comunica de arriba abajo, a partir del grado supremo que es su depositario, y se reparte jerárquicamente a los demás grados. La parte central de la figura corresponde, pues, a la "fuente de enseñanza" de que hablan Dante y los "Fieles de Amor" [Véase nuestro artículo en V. I., febrero de 1929.], y la disposición crucial de los cuatro canales que parten de ella los identifica con los cuatro ríos del Pardés.

Ananda Coomaraswamy: HINDUÍSMO E BUDISMO

Debido a la separación del Cielo y de la Tierra, se distinguen los «Tres Mundos»; el Mundo intermediario (antariksha) proporciona el espacio etérico (akasha) en el que pueden nacer las inhibidas posibilidades de manifestación finita, de acuerdo con sus diferentes naturalezas. De esta primera substancia etérica se derivan en sucesión el aire, el fuego, el agua y la tierra; y de estos cinco Seres elementales (bhutani), combinados en diversas proporciones, se forman los cuerpos inanimados de las criaturas; cuerpos en los que entra el Dios para despertarlos, dividiéndose a sí mismo a fin de llenar estos mundos y de devenir los «Distintos Dioses», sus hijos. Estas Inteligencias son la hueste de los «Seres» (bhutagana) que operan en nosotros, unánimemente, como nuestra «alma elemental» (bhutatman), o sí mismo consciente; es decir, lo que se llama nuestros «sí mismos», ciertamente, pero ahora mortales e inespirituales (anatmya, anatman), ignorantes de su Sí mismo inmortal (atmanam ananuvidya, anatmajña), y que han de distinguirse de las deidades Inmortales que ya han devenido lo que son por su «mérito» (arhana), y a quienes se llama «Arhats» (= «Dignidades»). Por medio de las deidades mundanales y perfectibles, y de la misma manera que un Rey recibe tributo (balim ahr) de sus súbditos, la Persona en el corazón, nuestro Hombre Interior, que es también la Persona en el Sol (MU.VI.1, 2), obtiene el alimento (anna, ahara), tanto físico como mental, con el que debe subsistir cuando él procede desde el ser al devenir. Y debido a la simultaneidad de su presencia dinámica a todos los devenires pasados y futuros, los poderes emanados que trabajan en nuestra consciencia pueden considerarse como el soporte temporal de la providencia (prajñana) y omnisciencia (sarvajñana) atemporal del Espíritu solar. No que este mundo sensible de eventos sucesivos, determinados por causas mediatas (karma, adrshta, apurva), sea la fuente de su conocimiento, sino más bien que este mundo mismo es la consecuencia de la presenciación, por el Espíritu, «de la diversificada pintura del mundo pintada por él mismo sobre el vasto lienzo de sí mismo». No es por medio de este Todo como él se conoce a sí mismo, sino que es por su conocimiento de sí mismo como él deviene este Todo. Conocer-le por este Todo pertenece sólo a nuestra manera inferencial de conocer.

Jean Borella: DETERMINAÇÕES NATURAIS DA CARIDADETRÊS MUNDOS


SUFISMO
Ibn Arabi: ÁRVORE DO MUNDO; MUNDO DA CRIAÇÃO

Toshihiko Izutsu: MUNDO — MANIFESTAÇÃO

Henry Corbin: SOHRAVARDI

Nossos autores nos repetem incansavelmente que há três mundos: 1. O mundo inteligível puro (alam aqli), designado teosoficamente como o Jabarut ou mundo das puras inteligências querubínicas. 2. O mundo imaginal (alam mathali) designado teosoficamente também como o Malakut, o mundo da Alma e das almas. 3. O mundo sensível (alam hissi) que é o «domínio» (Molk) das coisas materiais. Correlativamente, as FORMAS DO SER E DO CONHECER respectivamente próprias a cada um destes três mundos são designadas tecnicamente como: 1. As Formas inteligíveis (sowar aqliya). 2. As Formas imaginais (sowar mithaliya). 3. As Formas sensíveis (sowar hissiya), aquelas que caem sob a percepção dos sentidos. O léxico francês que se encontrará ao longo deste livro, é assim de uma precisão rigorosa e «adere» estreitamente aos termos técnicos árabes utilizados, eles também, em persa.

Para ellos [los espirituales] existe, «objetiva» y realmente, un triple mundo: entre el universo aprehensible por la pura percepción intelectual (el universo de las Inteligencias querubínicas) y el universo perceptible por los sentidos, existe un mundo intermedio, el de las Ideas-Imágenes, las Figuras-arquetipos, los cuerpos sutiles, la «materia inmaterial»; mundo tan real y objetivo, consistente y subsistente, como el mundo inteligible y el sensible, universo intermedio «en el que lo espiritual toma cuerpo y el cuerpo se torna espiritual», constituido por una materia real y dotado de una extensión real, aunque en estado sutil e inmaterial respecto a la materia sensible y corruptible. El órgano de este universo es precisamente la Imaginación activa; es ése el lugar de las visiones teofánicas, el escenario en el que ocurren en su verdadera realidad los acontecimientos visionarios y las historias simbólicas. Mucho hablaremos aquí de ese universo, sin que la palabra imaginario sea nunca pronunciada, pues ese término, con su habitual ambigüedad, prejuzga la realidad alcanzada o por alcanzar, revelando la impotencia ante ese mundo a la vez intermedio y mediador al que denominaremos mundus imaginalis. (HCIbnArabi)



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