René Guénon: O HIEROGLIFO DE CÂNCER
Si se considera la repartición de los signos zodiacales según los cuatro trígonos elementales, se ve que el signo de Cáncer corresponde al "fondo de las Aguas" es decir, en sentido cosmológico, al medio embriogénico en que están depositados los gérmenes del mundo manifestado, gérmenes correspondientes, en el orden "macrocósmico", al Brahmanda o "Huevo del Mundo", y, en el orden "microcósmico", al pinda, prototipo formal de la individualidad, preexistente en modo sutil desde el origen de la manifestación cíclica, como una de las posibilidades que deberán desarrollarse en el curso de dicha manifestación 1 . Esto puede igualmente ser referido al hecho de que el signo de Cáncer es el domicilio de la Luna, cuya relación con las Aguas es bien conocida, y que, como las Aguas mismas, representa el principio pasivo y plástico de la manifestación: la esfera lunar es propiamente el "mundo de la formación", o el dominio de la elaboración de las formas en el estado sutil, punto de partida de la existencia en modo individual 2 .
En el símbolo astrológico de Cáncer, ♋, se ve el germen en estado de semidesarrollo, que es precisamente el estado sutil; se trata, pues, no del embrión corpóreo, sino del prototipo formal a que acabamos de referirnos, y cuya existencia se sitúa en el dominio psíquico o "mundo intermedio". Por otra parte, su figura es la de la u sánscrita, elemento de espiral que, en el ákshara o monosílabo sagrado Om, constituye el término intermedio entre el punto (m), que representa la no-manifestación principial, y la línea recta (a), que representa el desarrollo completo de la manifestación en el estado denso o burdo (corpóreo) 3 .
Además, este germen es doble en el signo de Cáncer, y sus dos partes idénticas se sitúan en posiciones inversas, representando por eso mismo dos términos complementarios: es el yang y el yín de la tradición extremo-oriental, donde el símbolo yin-yang que los reúne tiene precisamente forma análoga. Este símbolo, en cuanto representativo de las revoluciones cíclicas, cuyas fases están vinculadas con el predominio alternativo del yang y del yin, se halla en relación con otras figuras de gran importancia desde el punto de vista tradicional, como la del svástika, y también la de la doble espiral, que se refiere al simbolismo de los dos hemisferios. Éstos, el uno luminoso y el otro oscuro (yang, en su sentido original, es el lado de la luz, y yin el de la sombra), son las dos mitades del "Huevo del Mundo", asimiladas respectivamente al Cielo y la Tierra 4 . Son también, para cada ser, y siempre en virtud de la analogía entre "microcosmo" y "macrocosmo", las dos mitades del Andrógino primordial, que generalmente se describe, de modo simbólico, como de forma esférica 5 ; esta forma esférica es la del ser completo que está en virtualidad en el germen originario, y que debe ser reconstituido en su plenitud efectiva al término del desarrollo cíclico individual.
NOTAS: