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Esferas Celestes

COSMOLOGIA — ESFERAS CELESTES



René Guénon: Espírito no corpo ou corpo no espírito?

En lo que precede, hemos precisado los límites en los cuales es verdad, desde un punto de vista relativo, decir que el espíritu está contenido, ya sea en la individualidad humana, ya sea incluso en el cuerpo; y, además, hemos indicado la razón por la que ello es así, la razón que es en suma inherente a la condición misma del ser para el que este punto de vista es legítimo y válido. Sin embargo, eso no es todo todavía, y es menester destacar que el espíritu se considera como situado, no solo en la individualidad en general, sino en su punto central, al cual corresponde el corazón en el orden corporal; esto hace llamada a otras explicaciones, que permitirán ligar entre ellos los dos puntos de vista aparentemente opuestos que se refieren respectivamente a la realidad relativa y contingente del individuo y a la realidad absoluta de Atma. Es fácil darse cuenta de que estas consideraciones deben reposar esencialmente sobre una aplicación del sentido inverso de la analogía, aplicación que muestra al mismo tiempo, de una manera particularmente clara, las precauciones que exige la transposición del simbolismo espacial, puesto que, contrariamente a lo que tiene lugar en el orden corporal, es decir, en el espacio entendido en el sentido propio y literal, se puede decir que, en el orden espiritual, es lo interior lo que envuelve a lo exterior, y es el centro el que contiene todas las cosas.

Una de las mejores «ilustraciones» de la aplicación del sentido inverso se da en la representación de los diferentes cielos, que corresponden a los estados superiores del ser, por otros tantos círculos o esferas concéntricas, tal y como se encuentra por ejemplo en Dante. En esta representación, aparece primero que los cielos, si son más vastos, es decir menos limitados, a medida que son más elevados, son también más «exteriores» en el sentido de que están más alejados del centro, puesto que éste está constituido entonces por el mundo terrestre; es ese el punto de vista de la individualidad humana, que es precisamente representado por la tierra, y este punto de vista es verdadero con una verdad relativa, en tanto que esta individualidad es real en su orden y en tanto que es de ella de donde es menester partir necesariamente para elevarse a los estados superiores. Pero, cuando se rebasa la individualidad, se opera la «inversión» o el «volvimiento» de que hemos hablado (que es realmente un «enderezamiento» del ser), y todo el conjunto de la representación simbólica se encuentra en cierto modo vuelto sobre sí mismo: es entonces el cielo más elevado de todos el que es al mismo tiempo el más central, puesto que es en él donde reside el centro universal mismo; y, por el contrario, el mundo terrestre está situado ahora en la periferia más exterior. Es menester destacar además que, en esta «inversión» en cuanto a la situación, el círculo que corresponde al cielo más elevado debe permanecer no obstante el más grande de todos y envolver a todos los demás (como, según la tradición islámica, el «Trono» divino envuelve a todos los mundos); es menester en efecto que ello sea así, puesto que, en la realidad absoluta, es el centro el que contiene todo. La imposibilidad de figurar materialmente este punto de vista, según el cual lo que es lo más grande es al mismo tiempo lo más central, no expresa en suma nada más que las limitaciones mismas a las que el simbolismo geométrico está inevitablemente sometido, por el hecho de que no es más que un lenguaje tomado a la condición espacial, es decir, a una de las condiciones que son propias a nuestro mundo corporal, y que, por consiguiente, están ligadas exclusivamente al otro punto de vista, el de la individualidad humana.

Sohravardi: ''Sussurro das Asas de Gabriel (resumo do Instituto Nokhooja)

Os Dez Sábios são constantemente citados nos textos de Suhrawardi. Eles são representações das Dez Inteligências ou das Dez Esferas Celestes, sendo que o último, a Décima Inteligência (o Sábio com o qual Suhrawardi conversa no presente recital) é o próprio Arcanjo Gabriel ou o Doador de Formas (ver o Símbolo de Fé dos Filósofos).