Oscar Freire:
Evidentemente, que la concepción simbólica tabular de la manifestación por parte de las sociedades "ágrafas", no solamente nos lleva a reflexionar sobre la noción de tábula (tabla), una de las ideas originales del libro, sino también a comprender la notable equivalencia que, en ese exacto sentido del "compendium vivo", mantienen estas con otras civilizaciones tradicionales propiamente escriturarias como la China, por ejemplo, que ha desarrollado dicho carácter de maneras muy complejas sin traicionar la índole primordial del mismo.
Precisamente, la idea de tábula es una de las que se inscribe como soporte de un lenguaje divino capaz de hacer comprender las esencias contenidas en el Logos Creador, ya que como tales son su afirmación exterior. Tal la imagen, el código o la síntesis del libro divino, en el que cada una de sus partes, particularmente cuando se desarrollan dentro del ciclo de mutaciones, se conforman tradicionalmente como signos que deben, necesariamente, conllevar la cosa significada.
De tal modo, que en la tradición china, se mantienen intactos los procedimientos que encaran al universo como a un libro que hay que leer e interpretar por medio de ciertas combinaciones sagradas que correlacionan todas las formas manifestables en sus distintos niveles de sentido.
Así, en una de las versiones mas fieles del relato legendario, el I-Ching (Libro de la mutación), originado en la denominada "tábula del río" y revelada al Emperador Fo-Hsi (a modo de grafías primordiales sobre el lomo de un "caballo-dragón" 1 que surgía de un río) consistía en una permutación rítmica de los kwa (trigramas), trazos donde se sintetizan todas las posibilidades de la "tábula de Liu Shu" que reúne a los hsiang hsing (pictogramas), a los chih shih (ideogramas) y a los hsing sheng (elementos fonéticos), los que, precisamente, imprimen a la lectura su sello fundamental, ya que cada carácter debe ser leído según su original on (sonido), siendo no solamente una garantía de primordialidad, sino también, una de las claves del origen mismo de la escritura china.
Por otro lado, cabe destacar respecto a las inagotables variantes ideogramáticas del I-Ching, mayormente relacionadas a ese insospechado simbolismo fónico, que nada tienen que ver con las limitadas interpretaciones pseudoetimológicas. Del mismo modo, vale añadir, que la concepción tradicional de lo que tardíamente ha devenido en tratado, se halla alejada del propalado reduccionismo adivinatorio, como también de las ilusiones espiritualistas que, en torno a ella se han forjado movimientos modernos del tipo new age.
Mas bien, en las antiguas doctrinas chinas, todo lo visible, dentro del teatro original de la manifestación, se refieren a sus componentes esenciales que designan anagógicamente los elementos principales y, en tal sentido, estos intervienen por correspondencia simbólica en la conversión y en el proceso iniciáticos, siendo capaces de otorgar al hombre lo que en término técnico chino se denomina como una "naturaleza inmortal". Así, las viejas enseñanzas orales, resumidas en ciertas voces técnicas y rasgos ideográficos que expresan determinadas permutaciones elementales o "etapas iniciáticas" rigurosamente representadas por los exagramas en relación con las faces lunares, revelan que dentro de las inagotables combinaciones simbólicas todo es trasunto del mismo Libro del Universo.
NOTAS: