VIDE: ROSA-CRUZ; CRUZ DE CONSTANTINO; A CRUZ CÁTARA; CRUZES DE MÚLTIPLOS BRAÇOS, CRUZ ANSADA
Perenialistas: A CRUZ SEGUNDO OS PERENIALISTAS
José Montserrat Torrents:
La variedad de nombres del Límite sugiere que se trata de una pieza importante del sistema. «Cruz» (Staurós) evoca una de las principales funciones del Límite, la de redentor, cf. Exc. Theod. 42, 1. En este sentido queda claro el significado de Redentor (Lytrotés). El apelativo de Karpistés es de difícil interpretación. Puede significar «emancipador», «cosechador», «ofrendador» (sugerido por Antonio Orbe). Limitador (Horothétes) indica también claramente su función. Metagogeús es un hápax, y significa literalmente «el transportador». Relacionándolo con la «reintegración» de la oveja perdida (cf. Adv. Haer. I 16, 2, y Evang. Verit., página 34, 4), puede traducirse por «reintegrador». Para los nombres del Limite, véase Orbe, Estudios Valentinianos, IV, La Teología del Espíritu Santo, págs. 599 y sigs. Epifanio ofrece un catálogo en parte diferente, Pan. 31, 6, 9, así como Hipólito, Ref. VI 31, 6.
La doctrina sobre el Hóros o Límite es, por sí sola, un compendio del valentinismo. Se halla esparcida en los siguientes textos: Adv. Haer. I 2, 2, 4, 5; 3, 5; 11, 1; Exc. Theod. 22, 4-7; 26, 2; 42-43, 1. El Hóros es el valladar destinado a separar el Pleroma del mundo extrapleromático, inferior. Imaginativamente consiste en una valla de madera (y, por ende, el brazo transversal de la cruz) y el firmamento que separa el octavo cielo (el de las estrellas fijas) del empíreo. Escriturísticamente puede conectarse con el muro celeste de Ephes. 2, 14. Filosóficamente correspondería a la división central de la línea gnoseológica de Platón en la República (VI 510a ss.). Valentín (Adv. Haer. I 11, 1) menciona otra frontera: la que separa al primer principio y al Pleroma, el cual queda individualizado, pues, por dos límites: el que le separa de la gnosis perfecta del Padre (propia del Unigénito) y el que le separa del mundo inferior (equivalente a la ignorancia). La gradación gnoseológica queda ya perfectamente explicitada: ignorancia, conocimiento racional, visión plena.
Respecto al Límite, es importante distinguir sus diversas funciones: a) El Límite separa a Sabiduría de su engendro; confirma a Sabiduría (resp. al Pleroma) en su ser substancial, por lo cual es adecuadamente llamado cruz y redentor, b) El Límite ejerce una acción sobre el Pleroma y una acción sobre la Sabiduría exterior, c) La acción redentora del Límite debe distinguirse cuidadosamente de la acción iluminadora de Cristo. La primera restituye al eón lapso en su ser substancial propio, la segunda le confiere la gnosis.
El Hóros parte a Sabiduría en dos (la crucifica). Tres elementos hay que considerar en Sabiduría: el elemento substancial o eónico; el deseo desordenado de ver al Padre; las cuatro pasiones consiguientes. El Límite separa el primer elemento de los otros dos, restituyendo a Sabiduría a su puro ser substancial, es decir, redimiéndola, y con ella a todo el Pleroma. La Enthymêsis o intención, expulsada del Pleroma, constituye la Sabiduría inferior o Achamot, envuelta en sus pasiones. Precisará de redención.
La crucifixión de Sabiduría representa una auténtica «muerte» para el Logos o Pleroma: como en la cruz de Jesús murió lo que sufrió, así en el Pleroma murió lo que padeció pasión. De este modo se da en el mundo superior un paradigma de la futura historia de la salvación: cruz, muerte y resurrección (= gnosis).
Pero el Hóros tiene también una función específica, dependiente de su carácter de «delimitador». Le corresponde a Antonio Orbe el mérito de haber puesto de relieve este importante aspecto del valentinismo (Estudios Valentinianos, IV, págs. 286 y sigs.). Antes del Límite, el Logos (Pleroma) es informe, es aoristos. El Límite le circunscribe y le hace pasar al estadio de verbo definido, con unos contenidos muy concretos: la economía divina de la salvación. El pathos del Logos, a este nivel epistemológico, representa el momento de la reflexión; el Hóros lo transforma en decisión. Hóros y Logos hacen un verbo configurado. Lo que equivale a decir que el Logos pasa a ser personal: es ya un verbo concreto, no una mera capacidad discursiva.