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Igualdade

Noções Filosóficas – Igualdade


Como lo indicábamos hace un momento, nadie, en el estado presente del mundo occidental, se encuentra ya en el lugar que le conviene normalmente en razón de su naturaleza propia; es lo que se expresa al decir que las castas ya no existen, ya que la casta, entendida en su verdadero sentido tradicional, no es otra cosa que la naturaleza individual misma, con todo el conjunto de las aptitudes especiales que conlleva y que predisponen a cada hombre al cumplimiento de tal o de cual función determinada. Desde que el acceso a funciones cualesquiera ya no está sometido a ninguna regla legítima, de ello resulta inevitablemente que cada uno se encontrará llevado a hacer no importa qué, y frecuentemente aquello para lo cual es el menos calificado; el papel que desempeñará en la sociedad estará determinado, no por el azar, que no existe en realidad [Lo que los hombres llaman el azar es simplemente su ignorancia de las causas; si, diciendo que algo ocurre por azar, se pretendiera querer decir que no hay causa, eso sería una suposición contradictoria en sí misma.], sino por lo que puede dar la ilusión del azar, es decir, por el enredo de toda suerte de circunstancias accidentales; lo que menos intervendrá en eso, será precisamente el único factor que debería contar en parecido caso, queremos decir las diferencias de naturaleza que existen entre los hombres. La causa de todo este desorden, es la negación de estas diferencias mismas, negación que entraña la de toda jerarquía social; y esta negación, primero quizás apenas consciente y más práctica que teórica, ya que la confusión de las castas ha precedido a su supresión completa, o, en otros términos, se ha menospreciado la naturaleza de los individuos antes de llegar a no tenerla ya en cuenta, esta negación, decimos, ha sido después erigida por los modernos en pseudoprincipio bajo el nombre de «igualdad». Sería muy fácil mostrar que la igualdad no puede existir en ninguna parte, por la simple razón de que no podría haber dos seres que sean a la vez realmente distintos y enteramente semejantes entre sí bajo todos los aspectos; y sería no menos fácil hacer resaltar todas las consecuencias absurdas que se desprenden de esta idea quimérica, en el nombre de la cual se pretende imponer por todas partes una uniformidad completa, por ejemplo distribuyendo a todos una enseñanza idéntica, como si todos fueran igualmente aptos para comprender las mismas cosas, y como si, para hacerles comprender, los mismos métodos convinieran a todos indistintamente. Por lo demás, uno puede preguntarse si no se trata más bien de «aprender» que de «comprender» verdaderamente, es decir, si la memoria no ha substituido a la inteligencia en la concepción completamente verbal y «libresca» de la enseñanza actual, donde no se apunta más que a la acumulación de nociones rudimentarias y heteróclitas, y donde la cualidad es enteramente sacrificada a la cantidad, así como eso se produce por todas partes en el mundo moderno por razones que explicaremos más completamente después: es siempre la dispersión en la multiplicidad. A este propósito, habría muchas cosas que decir sobre los desmanes de la «instrucción obligatoria»; pero éste no es el lugar para insistir sobre esto, y, para no salirnos del cuadro que nos hemos trazado, debemos contentarnos con señalar de pasada esta consecuencia especial de las teorías «igualitarias», como uno de esos elementos del desorden que hoy día son demasiado numerosos como para que se pueda siquiera tener la pretensión de enumerarlos todos sin omitir ninguno. [René Guénon: La Crisis del Mundo Moderno, Capítulo VI]


Zhuangzi denomina la Realidad percibida en este plano Igualación celestial o Andar en Dos Direcciones (al mismo tiempo). El primer término se refiere a un estado metafísico «natural» en que todas las cosas, sin verse perturbadas por las distinciones entre lo «bueno» y lo «malo», lo «correcto» y lo «erróneo», etc., reposan en su armonía o igualdad original. Y dado que, como observa Cheng Xuanying, el «hombre sagrado» siempre ve las cosas en ese estado de Igualdad, también su mente reposa en una paz eterna, sin verse perturbada por las distinciones y diferencias entre las cosas. El segundo término, que significa literalmente «ir en dos direcciones», se refiere al mismo estado metafísico en que «bueno» y «malo», «correcto» y «erróneo» son igualmente aceptables. En otras palabras, un estado en que todos los opuestos y contrarios son admisibles en la Unidad fundamental de las coincidentia oppositorum.

Resulta significativo el hecho de que el segundo capítulo del Zhuangzi se titule «Qi wu lun», o sea «Discurso acerca de la igualación de [todas] las cosas». El título se refiere a la idea de que todas las cosas son «iguales», o sea Una. Dado que, según este concepto, la «igualación» de las cosas sólo se justifica en el plano de la «existencia», y no en el de las «esencias», considero que esta teoría es comparable a la de Ibn Arabi acerca de la Unidad de la Existencia. [Toshihiko IzutsuSufismo e Taoismo]




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