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id da página: 8482 Conexões Caverna Labirinto

Conexões Caverna Labirinto

CONEXÕES ENTRE CAVERNA E LABIRINTO

En efecto, es muy evidente que, si la caverna es el lugar en que se cumple la iniciación misma, el laberinto, lugar de las pruebas previas, no puede ser sino el camino que conduce a ella, a la vez que el obstáculo que veda el acercamiento a los profanos "no cualificados". Recordaremos, por otra parte, que en Cumas el laberinto estaba representado en las puertas, como si, de alguna manera, esa figuración sustituyera al propio laberinto 1 ; y podría decirse que Eneas, mientras se detiene a la entrada para contemplarla, recorre en efecto el laberinto, mental ya que no corporalmente. Por otra parte, no parece que ese modo de acceso haya sido siempre exclusivamente reservado para santuarios establecidos en cavernas o asimilados simbólicamente a ellas, pues, como lo hemos explicado ya, no se trata de un rasgo común a todas las formas tradicionales; y la razón de ser del laberinto, tal como la hemos definido antes, puede convenir igualmente a los aledaños de todo lugar de iniciación, de todo santuario destinado a los "misterios" y no a los ritos públicos. Formulada esta reserva, hay sin embargo una razón para suponer que, en el origen por lo menos, el empleo del laberinto haya de haber estado más particularmente vinculado con la caverna iniciática: pues uno y otra parecen haber pertenecido al comienzo a las mismas formas tradicionales, las de esa época de los "hombres de piedra" a que aludíamos poco ha; habrían comenzado, pues, por estar estrechamente unidos, aunque no lo hayan quedado invariablemente en todas las formas ulteriores.

Si consideramos el caso en que el laberinto está en conexión con la caverna, ésta, a la cual rodea con sus repliegues y en la cual finalmente desemboca, ocupa entonces, en el conjunto así constituido, el punto más interno y central, lo que corresponde perfectamente a la idea de un centro espiritual, y concuerda además con el equivalente simbolismo del corazón, sobre el cual nos proponemos volver. Ha de hacerse notar aún que, cuando la misma caverna es a la vez el lugar de la muerte iniciática y el del "segundo nacimiento", debe entonces ser considerada como acceso no solo a los dominios subterráneos o "infernales", sino también a los dominios supraterrestres; esto también responde a la noción del punto central, que es, en el orden "macrocósmico", al igual que en el "microcósmico", aquel donde se efectúa la comunicación con todos los estados superiores e inferiores; y solamente así la caverna puede ser, según lo hemos dicho, la imagen completa del mundo, en cuanto todos esos estados deben reflejarse igualmente en ella; de no ser así, la asimilación de su bóveda al cielo sería absolutamente incomprensible. Pero, por otra parte, si el "descenso a los Infiernos" se cumple en la caverna misma, entre la muerte iniciática y el "segundo nacimiento", se ve que no puede considerarse a ese descenso como representado por el recorrido del laberinto, y entonces cabe aún preguntarse a qué corresponde en realidad este último: son las "tinieblas exteriores", a las cuales hemos aludido ya, y a las que se aplica perfectamente el estado de "errancia", si es lícito usar este término, del cual tal recorrido es la exacta expresión. Este asunto de las "tinieblas exteriores" podría dar lugar a otras precisiones, pero nos harían traspasar los límites del .presente estudio; creemos, por lo demás, haber dicho bastante para mostrar, por una parte, el interés que presentan investigaciones como las expuestas en el libro de Jackson Knight, pero también, por otra, la necesidad, para dar precisión a los resultados y captar su verdadero alcance, de un conocimiento propiamente "técnico" de aquello de que se trata, conocimiento sin el cual no se llegará nunca sino a reconstrucciones hipotéticas e incompletas, que, aun en la medida en que no estén falseadas por alguna idea preconcebida, permanecerán tan "muertas" como los vestigios mismos que hayan sido su punto de partida.

1 Un caso similar, a este respecto, es el de las figuras "laberínticas" trazadas en paredes, en Grecia antigua, para vedar el acceso de los influjos maléficos a las casas