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id da página: 9274 CENTRO CENTROS SECUNDÁRIOS

Centro Supremo



René Guénon: Guenon Ming-Tang

Por lo demás, es menester no sorprenderse de esta situación «central» atribuida al Imperio chino en relación al mundo entero; de hecho, fue siempre la misma cosa para toda región donde estaba establecido el centro espiritual de una tradición. En efecto, este centro era una emanación o un reflejo del centro espiritual supremo, es decir, del centro de la Tradición primordial de la que todas las formas tradicionales regulares se derivan por adaptación a circunstancias particulares de tiempo y de lugar, y, por consiguiente, estaba constituido a la imagen de este centro supremo al que se identificaba en cierto modo virtualmente 1 . Por eso es por lo que la región misma que poseía un tal centro espiritual, cualquiera que fuera, era una «Tierra Santa», y, como tal, era designada simbólicamente por denominaciones tales como las de «Centro del Mundo» o «Corazón del Mundo», lo que era en efecto para aquellos que pertenecían a la tradición de la que ella era la sede, y a quienes la comunicación con el centro espiritual supremo era posible a través del centro secundario correspondiente a esa tradición 2 . El lugar donde este centro estaba establecido estaba destinado a ser, según el lenguaje de la Qabbalah hebraica, el lugar de manifestación de la Shekinah o «presencia divina» 3 , es decir, en términos extremo orientales, el punto donde se refleja la «Actividad del Cielo», y que es propiamente, como ya lo hemos visto, el «Invariable Medio», determinado por el encuentro del «Eje del Mundo» con el dominio de las posibilidades humanas (v. geografia sagrada); y lo que es particularmente importante de notar a este respecto, es que la Shekinah era representada siempre como «Luz», del mismo modo que el «Eje del Mundo», así como ya lo hemos indicado, era asimilado simbólicamente a un «rayo luminoso».

Henry Corbin: Corbin Homem Luz

[...] Pero el esquema de los siete keshvars, considerado como ilustración arquetípica, nos muestra precisamente esta posibilidad y el proceso: la presencia que constituye el centro y que, como tal, es el origen y no la resultante de las referencias espaciales, no está situada, sino que sitúa. Esta presencia conlleva su propio espacio y mantiene todo el sistema de sus referencias espaciales. O más bien podemos decir que, al ser siempre y cada vez el Centro, no ha habido en la realidad del acontecimiento psíquico ninguna transferencia real (en el espacio). El significado del Centro, in medium mundi, como lugar en el que siempre y cada vez se llevan a cabo los acontecimientos psico-espirituales, como espacio de las hierofanías, permite plantear el problema a un nivel en el que ya no se enfrentan la certeza tradicional y las certezas de la ciencia positiva.

NOTAS:
1 Ver Rei do Mundo, y también Guenon Centros Iniciaticos, cap. X).
2 Hemos dado hace un momento un ejemplo de una tal identificación con el «Centro del Mundo» en lo que concierne a la Tierra de Israel; se puede citar también, entre otros, el ejemplo del antiguo Egipto: según Plutarco, «los Egipcios dan a su región el nombre de Chêmia (Kêmi o «tierra negra», de donde ha venido el nombre de la alquimia), y la comparan a un corazón» (Isis y Osiris, 33; traducción de Mario Meunier, p. 116); esta comparación, cualesquiera que sean las razones geográficas u otras que se le hayan podido dar exotéricamente, no se justifica en realidad más que por una asimilación al verdadero «Corazón del Mundo».
3 Ver El Guenon Shekinah Metatron, y Guenon Oposiciones. — Es esto lo que era el Templo de Jerusalem para la tradición hebraica, y es por eso por lo que el Tabernáculo o el Santo de los Santos era llamado mishkan o «habitáculo divino»; solo el Sumo Sacerdote podía penetrar en él para desempeñar, como el Emperador en China, la función de «mediador».